Francia se presentó en la Expo con un pabellón que contaba como ejes de su exposición con el ciclo del agua y sus propiedades físico-químicas. La fachada del pabellón galo estaba compuesta por fotografías recibidas de personas de todo el mundo.
El pabellón francés se centraba en estudiar la relación del hombre con el agua de modo realmente interactivo (especialmente en el piso inferior del espacio galo), considerando ésta como vital. Mediante unas escaleras mecánicas se subía del primer al segundo nivel del recinto. En este espacio superior se encontraba una pradera con plantas y árboles reales.
La delegación gala estuvo presidida en su inaguración por el embajador de Francia en España, Bruno Delaye.
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